lunes, 29 de marzo de 2010

Censura en el Anime y en el Manga,¿qué es correcto y qué no lo es?




La condena del americano Christopher Handley, de 39 años de edad, por cargos de obscenidad en Iowa el pasado mes y un próximo proyecto de ley relacionado con la pornografía virtual en la Comisión de Asuntos Generales de la Asamblea Metropolitana de Tokio han transmitido a los fans de la cultura popular japonesa unos intensos escalofríos de ansiedad.

Que se olvide la reciente bronca entre EEUU y Japón sobre el traslado de una base del Cuerpo de los Marines de los Estados Unidos en la prefectura de Okinawa y se deje de recordar el intermitente debacle económico de Toyota. Ahora, ambos aliados de la posguerra están convergiendo codo con codo en su deseo de prohibir la sexualidad expresiva en el manga y el anime...


En las cortes estadounidenses, Handley se declaró culpable en mayo del pasado año por poseer manga con dibujos de niños siendo víctimas de abusos sexuales, y fue condenado el 11 de febrero a seis meses de prisión. Su abogado ha comentado recientemente que el motivo que ha llevado a Handley declararse a sí mismo culpable seguramente se deba a que con ello es posible que gane unos meses para asistir a un centro de rehabilitación y así salir antes de prisión, ya que los jueces se mantenían ciegamente en su contra.

En Japón el mes pasado se presentó una propuesta que pretende modificar una ordenanza sobre pornografía infantil para incluir en ella la prohibición de representaciones visuales sexualmente provocativas de los personajes que son o parecen tener menos de 18 años. La votación podría establecer el proyecto de ley para su confirmación el 30 de marzo, y autorizar la ejecución el 1 de octubre.



La oposición a la propuesta por parte de mangakas se materializó rápidamente. Tetsuya Chiba, autor de Ashita no Joe (El Campeón) fue uno de los artistas y escritores que celebraron una rueda de prensa para protestar por este movimiento hacia la censura y emitir un comunicado con gran cantidad de firmantes de renombre, como Mitsuru Adachi (Bateadores, Cross Game) , Rumiko Takahashi (Ranma ½, InuYasha), Fujiko F. Fujio A (Doraemon) o Moto Hagio (una de las madres del actual shoujo manga, en especial el shounen-ai).

La cultura popular japonesa (en concreto el manga y el anime) es atractiva por la libertad que posee y otorga a la hora de elaborar o leer una historia. Se puede hacer frente a los tabúes que han emergido en las últimas décadas sobre la violencia, la sexualidad o metáforas raciales. La cultura pop japonesa es barata en su elaboración y en su distribución, siendo marginal tanto en su carácter como en su naturaleza, acercándose más a la anárquica música punk nacida en la década de los 70 que a las películas Disney.

De ahí la inevitable paradoja: ¿Qué ocurre cuando la cultura popular japonesa llega a alcanzar gran popularidad más allá de las fronteras de un diminuto archipiélago situado en el Pacífico Norte? ¿Es capaz el resto del mundo de asimilar un producto creativo definido en parte por su carácter provincial y, por lo general, destinados tan sólo a un público local?

El japonés varón generalmente tarda mucho en madurar y en perder esa inmensa vergüenza que le obliga a no poder avanzar en su camino hacia la sexualidad. Para él (y en ocasiones también para ella) es muy vergonzoso intimar con otra persona a cierta edad, y en ocasiones llegan a echarse atrás a la hora de mantener conversación con personas del sexo contrario. Si los padres de aquella sociedad, desde que el niño comienza la pubertad, se sentaran a hablar con él para abrirle los ojos, seguramente otro gallo cantaría, y el tímido adolescente o joven nipón no tendría tanto reparo en dar un paso al frente en este tipo de asuntos y verlo con otros ojos, incluso le serviría para poder alcanzar más fácilmente la madurez. A continuación se muestra un ejemplo:


http://web-japan.org/nipponia/nipponia25/images/wonders/17_1.jpg

Un niño que hace años viajaba en el tren con su madre encontró una revista manga en un asiento del tren (en Japón las revistas suelen abandonarse o tirarse a la papelera). El curioso niño cogió la revista mientras su madre charlaba con una amiga, y comenzó a hojearla. Ante los ojos de aquel crío comenzaron a mostrarse imágenes de carácter erótico mientras las páginas iban pasando, hasta que la madre vio al niño y le quitó la revista, haciendo como si nada hubiera ocurrido, dejando al niño con el imborrable recuerdo del dibujo de una secretaria levantando su minifalda.

Hoy en día el niño se ha convertido en un adulto que ve con vergüenza su etapa juvenil y desearía haber sido capaz de compartir aquellas imágenes con su madre para poder indagar en su significado y que ella le explicara de manera cívica e inteligente qué era todo aquello.

Las imágenes que muestran a niños manteniendo relaciones sexuales son potencialmente dañinas y muy desagradables, aunque creo que en casos como el de Handley, el otaku norteamericano que pidió por correo una abundante cantidad de material lolicon y que fue llevado a los tribunales, merece más indulgencia.



Jake Adelstein, autor de Tokyo Vice (El Vicio de Tokio) y miembro de la junta directiva de Polaris Project Japan (organización que combate la trata de seres humanos en Japón y la explotación sexual de niños y mujeres), comentó que los pedófilos suelen utilizar caricaturas realistas para adoctrinar a sus víctimas y así persuadirlas para que vean que tal acto (la práctica sexual) es bueno y accedan fácilmente a los deseos sexuales del pedófilo […] Cuando este tipo de material es legal, se le está dando a los pedófilos un arma bastante peligrosa.

Pero.. ¿Es culpa de los mangakas y profesionales del anime que su trabajo llegue a mano de criminales? Las películas de Hollywood suelen hacer una exaltación de la guerra… ¿Es culpa de Hollywood que en 2003 comenzara a gestarse la Guerra de Irak? Y si el manga y el anime que contiene erotismo o insinuaciones sexuales juveniles llegara a prohibirse en Japón y Estados Unidos… ¿Disuadiría esto a los pedófilos?


http://www.maxi-fond-ecran.com/fond-ecran/manga/kimagure_orange_road_007.jpg
También existe la “trampa” del que hace la ley. Al ser la propuesta tan generalista y poco específica, se metería en un mismo saco la escena de la violación de una niña de 10 años y que Madoka (Kimagure Orange Road) o Minami (Touch, Bateadores) mostraran sus curvas bajo una prenda deportiva mientras Kyosuke y Tat-chan las observan inocentemente a escondidas y sonrojados.

Varios mangakas nipones defienden que sus trabajos han de ser protegidos pese a estar continuamente revoloteando contra las normas sociales. Yoshitoshi ABe (Serial Experiments Lain, NieA under 7, Texhnolyze, Despera, Haibane Renmei) escribió recientemente en su blog personal lo siguiente: A la humanidad se le ha confiado el poder, pero si abusa de este poder para derribar todo aquello que no le gusta, acabará dando a luz a una sociedad esterilizada.



Y aunque ABe tiene mucha razón en esa célebre cita, se ha de interpretar sin llegar a extremismos, ya que aunque se ha de defender los derechos de un artista o dibujante, la situación requiere al menos una regulación, y más en un país donde algunos no saben ver dónde están los límites.

Normalmente el aficionado recurre a la lectura de manga y visionado de anime (al igual que se leen novelas y se ven películas de imagen real) para enfocar su imaginación hacia el papel y el celuloide, y así escapar durante unas horas de la realidad. Este tipo de proyectos de ley tan generalistas son un primer paso para, además, limitar, censurar y atacar libertades que nada tienen que ver con la pornografía infantil, ya que de lo generalistas que son estos textos, tal y como recalqué antes con el ejemplo de Madoka y Minami, cualquier escena que refleje el amor adolescente sería directamente prohibida. Por ello comprendo que tantos mangakas de renombre hayan alzado el pincel, la voz y la tinta. Se puede defender y proteger la dignidad e integridad de los niños y niñas con una ley que muchos desean que se regularice para normalizar y acabar, por ejemplo, con el mercado de revistas y vídeos lolicon de imagen real, pero la actual propuesta que se pretende llevar a cabo mete en el mismo saco escenas, historias y autores que nada tienen que ver con el mercado sexual ni con los criminales.

1 comentario:

  1. Este que no es la primera vez que llega a los tribunales, si no recuerdo mal ya pasó algo parecido en Australia el año pasado. Creo que no hay que confundir la imagen real con la animación y el comic.

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